para la Escuela de Formación Profesional Industrial de Játiva
“Játiva en Agosto” es, al mismo tiempo, pregón de fiestas, invitación al júbilo ciudadano, ventana abierta al pasado, abanico de realidades, plataforma de lanzamiento de proyectos… Por ello, queremos dejar constancia en estas páginas del hecho de haberse concluido, hace unos días, las obras del nuevo edificio destinado a la escuela de Formación Profesional Industrial de nuestra ciudad.
Eran tan grandes las deficiencias del antiguo caserón de la plaza del Arzobispo Mayoral, que el pasado mes se celebraron en el nuevo edificio –aún antes de su inauguración oficial– los ejercicios del examen de Reválida y el Festival de Fin de Curso.
La antigua “Escuela Elemental de Trabajo” comenzó sus actividades en enero de 1947, en el edificio que ocupaba el Instituto de Enseñanza Media. Después, a raíz de la promulgación de la Ley de 20 de julio de 1955 sobre Enseñanzas de Formación Profesional, fue elevado este centro al rango de Escuela Oficial de Formación Profesional Industrial, impartiéndose en el mismo enseñanzas técnicas de Grado Medio Elemental. Los alumnos de esta Escuela han obtenido todos los años primeros premios en los concursos de Formación Profesional, no sólo de ámbito provincial, sino incluso de carácter nacional y hasta internacional.
Si la insuficiencia de aulas y talleres obligó hasta ahora a mantener una matrícula reducida, el nuevo edificio e instalaciones –comparables en calidad a los de las mejores Escuelas de España–, han de suponer el comienzo de una nueva etapa de promoción de este tipo de estudios en Játiva y su comarca.
Para mejor comprender los beneficios de índole cultural, económica y social que derivarán de estas nuevas instalaciones, queremos hacer unas breves consideraciones acerca de la importancia que la Educación –y concretamente, la Formación Profesional– tienen para el desarrollo económico y social de un pueblo.
La educación, factor de desarrollo
El hecho de que los índices de crecimiento se hayan mostrado en los últimos años más elevados que en cualquier otra época, hizo pensar a economistas y sociólogos que en los procesos económicos había penetrado un factor nuevo, dotado de enorme dinamicidad. Este impulso no ha sido otro que el de la Enseñanza generalizada y la Formación Profesional.
KRISTENSEN, en su obra “Equilibrio Económico Internacional”, ha puesto de relieve que la cultura es el cuarto factor fundamental de la economía, junto al valor trabajo, capital y naturaleza. JEAN MONNET, el autor de la moderna planificación francesa, ha escrito no hace mucho que “en la competición pacífica de carácter económico que se abre entre las naciones, el porvenir es de aquellos pueblos que sepan darse a sí mismos el mejor sistema de enseñanza”.
Por ello, la rentabilidad de las inversiones en Educación ha llegado a ser ya un postulado fundamental en la política de los países más avanzados y actualmente sólo se discute sobre los cauces o medios que permitan aumentar, de manera efectiva, el porcentaje de renta nacional que se ha de dedicar a estos fines.
Necesidad de la Formación Profesional en un mundo que se transforma
Los artesanos del pasado transmitían de padres a hijos, los secretos de un oficio, perfeccionado a través de una larga serie de generaciones. Un profundo sentido de responsabilidad y una inteligente interpretación de la experiencia, podían compensar fácilmente la escasez de conocimientos técnicos. Pero las circunstancias han cambiado. La acumulación de experiencias fue instrumento de preparación adecuado cuando se enfrentaban los artesanos de todos los tiempos casi con los mismos procesos laborales y se trabajaba con el mismo utillaje. Mas cuando se introducen continuamente nuevas tecnologías; cuando se descubren nuevas formas de energía y se manipulan materias primas diferentes; cuando se modernizan las técnicas organizativas de las empresas, es necesaria una amplia y sólida preparación cultural y científica, para saber adaptarse a la nuevas realidades del mundo del trabajo.
En nuestra sociedad superorganizada cada individuo es un profesional. Por ello se ha dicho que la enseñanza moderna ha de ser, predominantemente, una enseñanza de profesiones. Hemos de tener presente que en la actualidad –superando una primitiva concepción restrictiva– dentro del concepto de Formación Profesional se engloban, no sólo la preparación para los oficios manuales que implican meras habilidades mecánicas en procesos de índole repetitiva, sino también la enseñanza de aquellas técnicas en las que la actividad manual, aunque esté presente, aparece guiada y determinada por la inteligente aplicación de principios científicos.
Por ello, la técnica actual, al exigir que la mano de obra indiferenciada sea sustituida por trabajadores cualificados, está produciendo una sorprendente nivelación cultural, económica y social. Es decir, un efecto contrario al que produjo el maquinismo de pasados siglos, que originó el nacimiento del proletariado.
Los estudios de Formación Profesional en España
¿Estaba preparado el sistema educativo español para hacer frente a los nuevos tiempos? Indudablemente que no. Un ministro de nuestro país, dijo: “Es absolutamente preciso corregir el desajuste que existe entre la preparación intelectual y las condiciones exigidas para la mayor parte de las actividades laborales. Hay que conjugar la teoría y la práctica, a través de una educación común. Tiene evidente sentido de urgencia el suprimir la fricción que existe entre la educación clásica, carente de objetivos profesionales, y la formación práctica, a la que falta una preparación cultural”.
De ahí que fuera necesaria la Ley de 20 de julio de 1955 que, al reorganizar los estudios de Formación Profesional, nos ha convertido en un sistema de enseñanzas que se propone, no sólo la preparación para un oficio o para el desempeño de las funciones de mandos intermedios, sino también la integración de la juventud en la comunidad cultural española.
Los estudios del bachillerato clásico son únicamente de tránsito. Los de Formación Profesional son también medio para poder acceder a las escuelas de Ingeniería Técnica –el título de Oficial Industrial equivale al de Bachiller Elemental–, pero, al mismo tiempo, son una meta, un fin en sí mismos.
Sin embargo, esta clase de estudios no han sido, en principio, comprendidos por la sociedad española, debido a la tradición de “señoritismo” que siempre ha tenido entre nosotros el trabajo intelectual. Recordemos que el español, desde hace siglos, se ha pasado la vida admirando a los que no trabajaban, porque generalmente ocupaban las cimas de la estimación social. Ahora las cosas están cambiando. Si hubo una época en que se estudiaba para no trabajar, ahora es, cada vez más necesario estudiar para saber trabajar mejor.
De todo lo expuesto quisiera que los setabenses sacásemos la conclusión de que si el Ministerio de Educación y Ciencia ha dotado a nuestra ciudad de una magnífica Escuela de Formación Profesional, estamos todos obligados a promocionar esta clase de estudios.
José Pardo Enguer
Director de la Escuela de FP desde 1970 hasta 1975
Publicado en el Libro de Feria de 1968
Páginas 75/76
Ayuntamiento de Játiva
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