Del cincuenta aniversario de la Formación Profesional
Se anuncia, con todo lujo de detalles, los cincuenta años de la implantación de la Formación Profesional en Xàtiva. La fecha supone un logro y la culminación de una tarea, gracias a hombres que supieron estar en el surco del trabajo con responsabilidad, unidos en un haz de voluntades, sin que nadie pueda arrogarse la paternidad del proyecto, sin embargo, sí, la decidida vocación y voluntad de darle vida.
La noticia de este aniversario, por mi parte, no puedo ignorarla, pues juega un importante papel en el desarrollo de mi actividad, y que, me atenaza por completo, ya que he vivido ligado a su desarrollo e implantación progresiva. La fundación de la primitiva “Escuela de Trabajo” (denominación de aquella época), tiene distintas versiones, según la fuente de datos que los aporta. La más completa y exacta se basa en unos principios que pueden considerarse casuísticos, o sea, un cúmulo de casualidades que se dieron, como agua inesperada que irrumpe en una situación cuando menos se espera, y adquiere, después, la sensación de un milagro.
Eran tiempos difíciles aquellos. De escasez y penuria. De restricciones obligadas. Abría los ojos una juventud (niños aún), como una generación mal alimentada; peligrosamente cercana a enfermedades propias de países subdesarrollados, inhóspitos y hambrientos. Auxilio Social daba comida caliente a muchos, leche en polvo y harina de mandioca made in USA, se recibían de la iglesia Evangélica.
Así estaban las cosas. Por otra parte, teníamos un profesorado docente con miedo en el cuerpo, a causa de las depuraciones vigentes al uso. En las cúpulas dirigentes, los vencedores imponían sus criterios e interpretaban las leyes a su modo. El profesorado, mal pagado e inseguro en su escalafón. En esta situación social (¡Oh milagro!), aparece en el Ayuntamiento una subvención del Ministerio de Enseñanza, como un Maná, que nadie sabía a qué obedecía. Se pensó en devolverla, pero algunos, con vista política, vieron un filón y aprovecharon la ocasión de dotar a Xátiva de algo que no se sabía a ciencia cierta qué era.
Dudas y más dudas, obligaron a formalizar a toda prisa un patronato que administrase la subvención, se informase y formalizara el nacimiento de lo qué en principio, se ignoraba como institución, así como las bases necesarias para fomentar aquello que tenía que nacer y que nadie sabía.
Afortunadamente, hombres con visión de futuro; y otros, viendo un sueldo que añadir a sus mermados ingresos, para nivelar el presupuesto mensual, lograron la fundación del Patronato, haciendo esta labor con méritos suficientes y afianzando el porvenir.
Cabe nombrar al industrial papelero Gregorio Molina, propietario de la Papelera San Jorge de Xàtiva, quien hizo donación de tornos, sierras mecánicas, tupi, herramientas y materiales para comenzar la tarea. De sus propios empleados, eligió a los sobrestantes Jaime Santonja y Francisco Bataller (dos puntales profesionales con dedicación y entrega generosa), agregando al emérito Enrique Sánchis (artista en forja y paternal maestro de una generación). También de la papelera salió el veterano de la Guerra de Cuba, Ángel Hernández, primer maestro de taller y por su edad avanzada, después ordenanza, autor, poeta y recitador de algunos poemas a Franco quien le nombró “sargento o teniente honorario” en una de sus visitas.
Para desarrollar oficialmente el Patronato, fue requerido el Delegado Sindical y abogado de C.N.S., García Buades. Se procedió a nombrar un claustro de profesores, recayendo la dirección en Guerri Núñez, secretario Morro Ramírez, Jefe de Estudios Luis Pujalte y en otras materias Antonio Latorre, Francisco Bolinches y don Andrés Primo, sacerdote.
La primera promoción de alumnos hubo que buscarla en las escuelas primarias, algunos de cuyos maestros pensaron en agregarse, como profesores, al reparto de la nómina. Existía, entonces, la atracción de una merienda (pan con chocolate), para los alumnos. Era una golosina atrayente y aún así resultaba difícil matricular, o sea, captar alumnos.
Niños de diez años apenas, con poca base cultural y mucha carencia de medios económicos, reflejaban en sus ojos y rostro la situación social. Ellos fueron la primera promoción del grado de Iniciación.
La creación en Valencia de la Junta Provincial de F. Profesional, que tuvo lugar en la Escuela de Peritos Industriales, fue el engranaje que dotó a Xàtiva de oficialidad a la empresa comenzada. A Valencia le interesaba el funcionamiento de Xàtiva, más tarde se implantó en Requena y Sagunto. La Junta, presidida por el profesor José Caladín, y como secretario José Hueso Macías, pronto desarrolló una actividad ascendente y en constante juego con la Junta Central, en Madrid, aglutinó con los mejores deseos la red de Centros. Para mayor beneplácito de cuantos intervenían, el Ministro nombra director general de F. Profesional a un valenciano, don Vicente Aleixandre, amigo íntimo de los profesores de Xàtiva: Vicente Llopis Pujades y Antonio Vila Montesinos, los cuales, con buen criterio, inclinaron la balanza en favor de Xàtiva y su desarrollo docente y administrativo. El milagro fue hecho.
Melchor Peropadre Forniés
Administrador de la Escuela de Formación Profesional de Xàtiva entre los Años 1957 a 1985?
Texto publicado en el periódico «Levante – EL MERCANTIL VALENCIANO» el 27 de noviembre de 1996
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